Es común asociar la logopedia o los tratamientos logopédicos con los niños, que en las fases de aprendizaje del lenguaje pueden presentar dificultades y por tanto requerir del soporte de una intervención por parte del especialista en el lenguaje y la comunicación, el logopeda. Sin embargo, también se pueden presentar dificultades en la edad adulta que pueden mejorarse, paliarse o resolverse con la ayuda de un logopeda. Algunos ejemplos son:
- Presentar frecuentes episodios de "afonía" o ronquera en la voz, síntoma de afectación en las cuerdas vocales (o dicho en lenguaje técnico, disfonía)
- Tartamudear, encallarse al hablar (también denominada disfemia)
- Pérdida de la capacidad para hablar tras un AVC (ictus, hemorragia cerebral), o después de un traumatismo por accidente (o afasia) o debido a alguna enfermedad degenerativa (Parkinson, Alzheimer, Esclerosis...)
- Dificultades para comunicarse debidas a la sordera, debida a la edad, posterior a alguna enfermedad o medicamento
- Tener dificultades en pronunciar algún sonido, o decir un sonido en lugar de otro (lo que en logopedia se entiende por dislalia)
- Presentar alguna alteración en la disposición de los dientes, que puede ser debida a una posición incorrecta de la lengua (generalmente se denomina deglución atípica, cuando se produce al tragar)
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